¿No os da vergüenza echar a la gente de sus casas?
Así supimos que nunca más íbamos
a ir de la mano. De la mano en la que íbamos juntxs tanto tiempo, por no decir
años, momentos, alegrías, vivencias, experiencias, pero sobre todo aprendizajes.
Mucho aprendizaje. En ese tiempo en el que luchamos nos reíamos y empezábamos a
ver desigualdades. Juntos sabíamos las metas y las consecuencias a las que nos
arriesgábamos sufrir por la crisis que empezaba en el 2008. Así sin más supimos que había demasiadas
desigualdades sociales, económicas y políticas. Esas políticas que son de
ricos, de gente con poder, de clase alta, de esos muchxs que te miran por
encima del hombro. Esto último fue un constante aprendizaje ya que creíamos que
la sociedad era mucho más humana.
En este mismo instante nos
encontrábamos en una situación dura, quizás demasiado, más de lo que
imaginábamos. Nos intentábamos alegrar mutuamente, de verdad, ver algo positivo
de esa situación, pero aseguro que era imposible. Yo era acogedora, protegía y
daba mucha vida. Ella era luchadora de los derechos humanos, buscaba la
inclusión y la paz. Pero habíamos llegado a un punto que estábamos bloqueadas.
Hoy era el día. El día que no
queríamos que llegara nunca. Hoy se producía el desahucio. Hoy echaban a una
madre y padre con sus dos hijxs de casa, por algo que se llamaba hipoteca. Eso
que es como la ruleta de la suerte, y nos tocó a nosotrxs. A la familia que
llevaba viviendo junto a mí en esas paredes un total de 15 años. Los veía como
se asomaban por las ventanas, como se miraban con lágrimas en los ojos, cómo
veían llegar a los del banco, a la policía y a un cerrajero para que cambiara
la cerradura de la que había sido su casa. No estaban solxs, se sentían
protegidxs por todas las personas que estaban en la puerta. Sus vecinxs,
asociaciones de vecinos, gente del pueblo, su familia, y poco a poco llegaban
los compañerxs de la escuela de los hijxs. Más tarde antiguos compañerxs de
trabajo de la madre. No estaban solxs, estaban protegidxs. Pero aún así seguían
llorando, aunque ya era de emoción, por todas las personas que estaban ahí, por
esas personas que luchaban juntx a ellxs.
Esto está pasando desde el 2008,
más de miles de familias sin que el Gobierno haya hecho nada para ayudarles,
poniéndose de rodillas ante las inhumanas, abusivas y leoninas condiciones
bancarias. Hay que observar el soporte de la lucha de los ciudadanos, la
empatía, la valentía de las personas que luchan por una vida digna para todo el
mundo. Sin excepciones, sin exclusiones, sin derechos. Muchas personas no se
resguardan de la lluvia, del frío, no tienen un hogar fijo, y es lo único que
quieren, es fundamental. Es un derecho humano fundamental.
Ahora no se escucha tantos
desahucios en los medios de comunicación. Ahora no es noticia. Ahora ya no
interesa. Pero es que se están produciendo desahucios cada día. Y hay que
volver de la mano, desbloquearnos y juntarnos la vivienda y la igualdad. No nos
podemos soltar nunca más.
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Una vez más, yo misma, Hortensia Martínez-Quintanilla Palao
¡Un GRAN abrazo apretado!
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