Habrá
gente que espere que hable de política en esta entrada y otros quizás piensen
en lo sucedido en Orlando. Sobre política sólo digo una vez más que nos leamos
los programas electorales, que veamos la televisión como el debate a cuatro, donde pareció más importante haber quien quedaba mejor en vez de pensar en la sociedad, en nocostrxs, en los ciudadanxs. Que si queremos cuatro años más como los últimos o
si queremos un cambio. Que pensemos con la cabeza, y como dije la semana
pasada: votad, pero que sea de una manera informada.
Sobre lo
sucedido en Orlando. Sea o no sea de ISIS el asesino que acabó con la vida de
49 personas, lo ocurrido es sinónimo de odio y muerte. No debemos callar. No
podemos parar de seguir luchando por una igualdad. No, no y no. No nos lo
podemos permitir. Hoy más que nunca hay que subir el volumen, hoy y mañana,
porque esto no debe de volver a pasar. Lo sucedido es uno de los ataques más
grandes para el colectivo LGBTI en la historia, para Estados Unidos y a su vez es el golpe
terrorista con más asesinadxs después de las Torres Gemelas. NO NOS PODEMOS
CALLAR. Es un ataque a la humanidad. Es un ataque a todxs, a cada uno de los
que formamos parte de este mundo.
Ahora voy
a cambiar a hablar de lo que tenía pensado para esta semana, de la pasión hacía la
educación social, de la pasión hacia las personas.
Hablo
desde mi inocencia. Hablo desde mí querer. Querer ser EDUCADORA SOCIAL es
totalmente VOCACIONAL. Es querer levantarme para vivir cada uno de los días. Es
querer amar a las personas y a la vez querer sacar sonrisas. Es querer ver a
las personas ser felices aunque sólo sea un poco más en cada uno de los días.
No
dejaría NUNCA (aunque nunca digas nunca) de querer ser una educadora social
porque concibo esta profesión como algo cotidiano, como una manera de vida,
porque creo en las personas, porque creo en la educación, porque creo que
luchando se pueden alcanzar grandes soluciones ante las dificultades
económicas, sociales o culturales de las personas. Porque creo en el amor de
las personas, porque creo en la solidaridad, en la igualdad y en el respeto.
Porque quiero acompañar a toda persona que se me ponga en mi camino a seguir
adelante con la vida, a seguir de una manera conjunta el camino, y conseguir
nuevos retos. Porque para mí es reconfortante esta profesión. Hay
muchas razones. Pero la que más me importa es que me hace feliz sacar sonrisas,
hacer feliz a las personas que pueda. Me da igual de donde sea, que le pase o
quien es, porque al final todos somos iguales, todos somos personas y todos
queremos ser lo más felices que podamos. Porque amar a las personas y amar lo
que haces, es amar la vida.
Hay
muchas profesiones que las personas la ejercen de manera vocacional. Porque da
igual donde trabajes, que hayas estudiado o donde estés viviendo. Da igual. Lo
realmente importante es que cada día que te levantes digas: hoy es un día más
para sonreír.
Una vez más, yo
misma, Hortensia Martínez-Quintanilla Palao
¡Un abrazo
apretado!
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